Huyendo del concretar, no quiero hablar de trabajos específicos ni de lugares determinados, ni siquiera de los típicos y tópicos sueños que decíamos cuando éramos niños inocentes y felices. Hoy quería hablar de algo que tiene más relación con la filosofía que con otra cosa. Hoy quería hablar de lo que yo espero de la vida. Y no solo eso, sino que más que esperar, lo que quiero hacer es buscar -y ya veremos si encontrar-. Hoy quería hablar de algo llamado 64 colores.
Sí, damas y caballeros, hoy voy a intentar explicar el significado de 64 colores. No hablo de este blog en sí mismo, sino del título, aunque claro está, una cosa lleva a la otra. No puedo callarme el hecho de que he pensado múltiples veces en dejar este tema como una incógnita e ir de misterioso cual cantante que no desvela el significado de su canción. No obstante ni yo soy cantante, ni tiene sentido hacer algo así cuando ni siquiera sé si el misterio intrigaría a alguien o sería un alarde de la grandeza que no poseo. Al contrario, creo que explicar esto aquí y ahora tiene todo el sentido del mundo por dos razones: la primera es que para mí es el curso natural de este blog, cuya finalidad quizá se comprenda a raíz de esto; la segunda razón es que si algún día esto llega a ser algo medianamente grande -soñar es gratis- sólo aquellos que se remonten a los inicios descubrirán este pedacito de mí.
64 colores. ¿Por qué 64? ¿Por qué no 50, 100, 1000 o 1 millón? Tranquilo, no hay ninguna razón matemática ni masónica ni siquiera illuminati, tu cerebro puede dejar de echar humo. La verdad es que esto procede de una frase que dijo uno de mis músicos favoritos. La frase decía algo así como que "la vida es como una caja de lápices de colores; la mayoría de la gente son cajas de 8 colores, pero lo que tu realmente buscas son esas cajas de 64 colores con el sacapuntas atrás". La frase en realidad iba seguida de otras que decían algo como "me imagino a mí mismo como una de esas cajas de 64 colores, aunque me falta alguno" y algunas más que ahora no aportan mucho, pero si alguien está interesado en saber como sigue, no tiene más que preguntar. Ahora ya sabes el origen. Vamos al desarrollo.
Como toda historia, cuya versión cambia según la persona que la cuenta -y lo culpable que sea-, esta frase para mí puede significar algo diferente que para aquél que la dijo o para aquél que la lea ahora. Por ello voy a hablar de mis 64 colores. Mis 64 colores son lo que voy a buscar ahora. Para mi la vida ya hace años que dejó de ser blanco y negro. Es natural en cierto modo pensar en términos opuestos: estás conmigo o contra mí, eres amigo o enemigo, depredador o presa, si nos remontamos a lo prehistórico de nuestro cerebro. Ahora bien, que sea natural no significa que debamos mantenerlo. Por poner un ejemplo, hace unos siglos morir a los 30 era natural, y no por ello hemos dejado de avanzar en medicina para que ahora sea natural sumarle medio siglo a esa cifra.
Volviendo a los colores, yo no puedo describir la vida en general, ni la mía en particular, con 8 colores. Blanco, negro, violeta, azul, verde, amarillo, naranja y rojo no me bastan. Necesito cian, magenta, gris, aguamarina, albaricoque, ámbar, añil y beis. También borgoña, carmesí, carmín, escarlata, celeste, cerúleo, chartreuse y coral. Que no falten lila, malva, oro, plata, cobre, púrpura, rosa y salmón. No quiero perderme el sepia, terracota, turquesa, zafiro, malva, castaño, café y marrón. No podría vivir sin canela, ante, arena, caoba, caqui, morado, nácar y herrumbre. Dame un poco de rojo toscano, ocre, ocre rojo, ocre pardo, ocre pardo oscuro, ocre dorado, ocre dorado tostado y ocre carne (los ocres dan mucho de sí, oye). Y rematémoslo con un toque de rojo veneciano, azul eléctrico, tabaco, esmeralda, jade, pistacho, índigo y azul cobalto. Puedes contarlos, hay 64.
Las connotaciones que atribuyo yo a los 64 colores son variadas, pero voy a intentar hacerme entender ordenadamente. Para empezar, tantos colores implican que sí hay medias tintas, escalas de grises, de rojos y de azules. Muchas veces al responder una pregunta cerrada, matizo inmediatamente después de escoger bando. Para mí resulta muy natural y sencillo soltar el típico "sí, pero..." o un "no, aunque...". Esto es porque siempre busco realismo cuando hablo, matizar cada palabra para intentar expresar algo subjetivo que una respuesta binaria neutraliza o incluso cambia su punto subjetivo. La realidad está en los matices, no en las generalidades.
Tras los matices, llega una parte más importante de los 64 colores. Esta parte es más personal aún, por así decirlo. Siempre he sido una mente inquieta. Supongo que movido por la curiosidad, quién sabe. El caso es que no me puedo definir como una persona de letras o ciencias, ni siquiera como alguien de artes o deportes, si es que existen esas distinciones... Yo soy de física y química, de verso y prosa, de cuadros, esculturas, fotografía y cine, soy de deportes, música y filosofía a la vez. No quiero decir con esto que sea un experto en todos estos temas, ni siquiera en la mitad de ellos. A lo que me refiero es a que, pese a estar acabando una carrera que podría considerarse de ciencias, soy una de esas personas que sólo desean saciar su curiosidad, ya sea para comprender el origen del universo, para admirar la belleza de un encuadre o para deleitarse con las rimas de Bécquer. En mi vida necesito tratar con átomos, hablar de series, de películas, de formas de pensar, salir a correr, escuchar música incesantemente, ir al cine, quedarme en el sofá, dibujar cosas sin sentido, disparar con mi cámara, pensar en esto, charlar sobre aquello, tocar la guitarra, comprarme un ukelele, una bola de plasma, un disco de esos que ya no se venden...variedad al fin y al cabo, en todos los sentidos.
Ahora agárrate bien, porque llega el último significado de los 64 colores, quizá el más importante. Resulta que lo mejor de saber cuáles son tus colores -ya sean 8 o 64- no es exprimirlos solo. Lo mejor es encontrar a gente que encaje en esos colores. Completar un abanico -a poder ser pequeño- de amigos con los que compartas colores. Aunque eso ya sabemos que es gratificante. Hay algo aún mejor: encontrar a alguien cuyos colores combinen con los tuyos.
Eso no significa que deba tener los mismos que tú. Y aunque no deba, podría. De la misma forma que podríais tener sólo uno en común. Es más, los colores que deben combinar de verdad no son estos 64 que he presentado. Esos son hasta cierto punto secundarios. Los que de verdad son vitales son los 64 colores que pintan su mundo interior. Muchos piensan que para encontrar una media naranja, o un medio limón, lo que más pesa es el físico -que no te digo que tenga alguna contribución- o los gustos -que como ya he dicho claro que importan-. Para mí, lo que de verdad une a las personas es la forma de pensar. No hay nada que una más que saber que te entienden. Y atención: he dicho entender, lo cual no es lo mismo que decir "te entiendo" sin más. Dos personas se entienden cuando se dicen "te entiendo" y sus ojos dicen lo mismo. Cuando incluso no hace falta decir nada para entenderse. Cuando saben qué sorpresa darse para que les guste. Cuando pueden pasar minutos hablando sin mover la boca. Cuando un día se miran, sonríen y dicen..."wow"
Volviendo a los colores, yo no puedo describir la vida en general, ni la mía en particular, con 8 colores. Blanco, negro, violeta, azul, verde, amarillo, naranja y rojo no me bastan. Necesito cian, magenta, gris, aguamarina, albaricoque, ámbar, añil y beis. También borgoña, carmesí, carmín, escarlata, celeste, cerúleo, chartreuse y coral. Que no falten lila, malva, oro, plata, cobre, púrpura, rosa y salmón. No quiero perderme el sepia, terracota, turquesa, zafiro, malva, castaño, café y marrón. No podría vivir sin canela, ante, arena, caoba, caqui, morado, nácar y herrumbre. Dame un poco de rojo toscano, ocre, ocre rojo, ocre pardo, ocre pardo oscuro, ocre dorado, ocre dorado tostado y ocre carne (los ocres dan mucho de sí, oye). Y rematémoslo con un toque de rojo veneciano, azul eléctrico, tabaco, esmeralda, jade, pistacho, índigo y azul cobalto. Puedes contarlos, hay 64.
Las connotaciones que atribuyo yo a los 64 colores son variadas, pero voy a intentar hacerme entender ordenadamente. Para empezar, tantos colores implican que sí hay medias tintas, escalas de grises, de rojos y de azules. Muchas veces al responder una pregunta cerrada, matizo inmediatamente después de escoger bando. Para mí resulta muy natural y sencillo soltar el típico "sí, pero..." o un "no, aunque...". Esto es porque siempre busco realismo cuando hablo, matizar cada palabra para intentar expresar algo subjetivo que una respuesta binaria neutraliza o incluso cambia su punto subjetivo. La realidad está en los matices, no en las generalidades.
Tras los matices, llega una parte más importante de los 64 colores. Esta parte es más personal aún, por así decirlo. Siempre he sido una mente inquieta. Supongo que movido por la curiosidad, quién sabe. El caso es que no me puedo definir como una persona de letras o ciencias, ni siquiera como alguien de artes o deportes, si es que existen esas distinciones... Yo soy de física y química, de verso y prosa, de cuadros, esculturas, fotografía y cine, soy de deportes, música y filosofía a la vez. No quiero decir con esto que sea un experto en todos estos temas, ni siquiera en la mitad de ellos. A lo que me refiero es a que, pese a estar acabando una carrera que podría considerarse de ciencias, soy una de esas personas que sólo desean saciar su curiosidad, ya sea para comprender el origen del universo, para admirar la belleza de un encuadre o para deleitarse con las rimas de Bécquer. En mi vida necesito tratar con átomos, hablar de series, de películas, de formas de pensar, salir a correr, escuchar música incesantemente, ir al cine, quedarme en el sofá, dibujar cosas sin sentido, disparar con mi cámara, pensar en esto, charlar sobre aquello, tocar la guitarra, comprarme un ukelele, una bola de plasma, un disco de esos que ya no se venden...variedad al fin y al cabo, en todos los sentidos.
Ahora agárrate bien, porque llega el último significado de los 64 colores, quizá el más importante. Resulta que lo mejor de saber cuáles son tus colores -ya sean 8 o 64- no es exprimirlos solo. Lo mejor es encontrar a gente que encaje en esos colores. Completar un abanico -a poder ser pequeño- de amigos con los que compartas colores. Aunque eso ya sabemos que es gratificante. Hay algo aún mejor: encontrar a alguien cuyos colores combinen con los tuyos.
Eso no significa que deba tener los mismos que tú. Y aunque no deba, podría. De la misma forma que podríais tener sólo uno en común. Es más, los colores que deben combinar de verdad no son estos 64 que he presentado. Esos son hasta cierto punto secundarios. Los que de verdad son vitales son los 64 colores que pintan su mundo interior. Muchos piensan que para encontrar una media naranja, o un medio limón, lo que más pesa es el físico -que no te digo que tenga alguna contribución- o los gustos -que como ya he dicho claro que importan-. Para mí, lo que de verdad une a las personas es la forma de pensar. No hay nada que una más que saber que te entienden. Y atención: he dicho entender, lo cual no es lo mismo que decir "te entiendo" sin más. Dos personas se entienden cuando se dicen "te entiendo" y sus ojos dicen lo mismo. Cuando incluso no hace falta decir nada para entenderse. Cuando saben qué sorpresa darse para que les guste. Cuando pueden pasar minutos hablando sin mover la boca. Cuando un día se miran, sonríen y dicen..."wow"
Así que yo seguiré desarrollando mis 64 colores y buscando los 64 que me complementan...¿y tú?
Re-bienvenidos a 64 colores,
Re-bienvenidos a 64 colores,
D.
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