"Lágrimas"; en el momento en el que lo he escrito ya he pensado que quizá no sea un título demasiado convencional para la primera entrada de mi primer blog. En fin, ahí está: "Lágrimas". Lágrimas, lágrimas y más lagrimas. ¿Por qué habré escogido este tema?
Supongo que al fin y al cabo son lo que me ha traído aquí. Son lo que me ha hecho romper las barreras de la pereza y la vergüenza que hasta ahora me habían impedido empezar algo que llevaba un tiempo pensando en iniciar. Así que aquí estoy, hablando, o mejor dicho, escribiendo solo sin saber si alguien me leerá, escuchará o como quiera que se refiera uno a cuando alguien presta un poco de atención a líneas de divagación como éstas. Aprovecho para decir que, por favor, si hay alguien ahí fuera que mande señales de vida, que me gusta saber cuando no estoy solo. Además, quizá me apetezca saludar, cosa rara en mí por otra parte.
Volviendo al tema de las lágrimas, los motivos que han provocado estas últimas son algo diversos y no proceden ahora pero que no cunda el pánico, ya habrá tiempo de sacar estas intimidades más adelante.
Una vez ya he logrado escribir unos párrafos introductorios más o menos decentes, cosa que enorgullece a este humilde escritor -que no se ofendan los escritores de verdad-, ahora solo queda comenzar...así que vamos a ello.
Una vez ya he logrado escribir unos párrafos introductorios más o menos decentes, cosa que enorgullece a este humilde escritor -que no se ofendan los escritores de verdad-, ahora solo queda comenzar...así que vamos a ello.
Es curioso como una palabra tan simple o banal para el lenguaje como es lágrimas exprese tanto con tan pocas letras. Seguro que hay palabras más cortas que expresen más, pero no creo que puedan representar tantos sentimientos como el título de este escrito.
Para empezar, son algo que todos hemos experimentado alguna vez por un motivo u otro. Son algo inherente al ser humano al parecer, puesto que si alguien me dice que no ha llorado en su vida lo acusaría de ser poco más que un robot y una visita al médico no estaría de más, no vaya a ser que por algún misterio de la vida esa persona haya nacido sin lacrimales. Bien, pues esto que nos acompaña durante nuestra vida marca de alguna forma los highlights de nuestra existencia, los momentos destacables, aquello que según mi opinión marca de verdad a una persona. Cabe recalcar que no estoy hablando exclusivamente de malos momentos, que también, sino de aquello que nos llega adentro (excluyo por supuesto lágrimas debidas a alergias, resfriados y otras afectaciones puramente físicas, si se me permite la licencia).
Por alguna razón lloramos más por mal que por bien, pero eso no rompe totalmente el equilibrio de su significado: distinguir entre aquello que nos afecta de verdad y aquello que no. A lo que quiero llegar es que no conoces en profundidad a una persona si no llegas a saber ciertas cosas, entre las cuales está saber cuándo, cómo y por qué sus ojos han derramado agua a lo largo de su vida. Saber -y sobretodo comprender- estos hechos te acerca a su interior, a lo más íntimo, al lugar donde poca gente entra, al lugar donde las cosas son delicadas, viscerales, inconscientes a veces, irracionales, quizá trascendentales, pero sobretodo puras.
A todo esto, conocer a alguien a este nivel no es sencillo. Por suerte o por desgracia, la mayoría de la gente no va contando sus intimidades por la calle -aunque a veces sí en alguna red social, cosa que da para escribir mínimo otro artículo-. Dada esta situación, tampoco es cuestión de ir preguntando a la gente que quieres conocer preguntas como ¿nos tomamos unas cervezas mientras me cuentas tu última noche de llorera? . Créeme, si quieres ligar éste no es el mejor método, aunque si te funciona, avísame, que quizá llevo tiempo haciendo el tonto. Y si tu objetivo es conocer profundamente a un amigo, mejor deja que primero te pierda el respeto como hacen los buenos amigos y luego ya si eso entráis en las charlas más profundas. Adonde quería llegar es a que hay parejas de enamorados -presuntamente- que no se conocen apenas. Sin embargo, hay simples amigos que sin saberlo un día conocen sus respectivos leitmotivs contándose los peores y mejores momentos de su vida.
Para empezar, son algo que todos hemos experimentado alguna vez por un motivo u otro. Son algo inherente al ser humano al parecer, puesto que si alguien me dice que no ha llorado en su vida lo acusaría de ser poco más que un robot y una visita al médico no estaría de más, no vaya a ser que por algún misterio de la vida esa persona haya nacido sin lacrimales. Bien, pues esto que nos acompaña durante nuestra vida marca de alguna forma los highlights de nuestra existencia, los momentos destacables, aquello que según mi opinión marca de verdad a una persona. Cabe recalcar que no estoy hablando exclusivamente de malos momentos, que también, sino de aquello que nos llega adentro (excluyo por supuesto lágrimas debidas a alergias, resfriados y otras afectaciones puramente físicas, si se me permite la licencia).
Por alguna razón lloramos más por mal que por bien, pero eso no rompe totalmente el equilibrio de su significado: distinguir entre aquello que nos afecta de verdad y aquello que no. A lo que quiero llegar es que no conoces en profundidad a una persona si no llegas a saber ciertas cosas, entre las cuales está saber cuándo, cómo y por qué sus ojos han derramado agua a lo largo de su vida. Saber -y sobretodo comprender- estos hechos te acerca a su interior, a lo más íntimo, al lugar donde poca gente entra, al lugar donde las cosas son delicadas, viscerales, inconscientes a veces, irracionales, quizá trascendentales, pero sobretodo puras.
A todo esto, conocer a alguien a este nivel no es sencillo. Por suerte o por desgracia, la mayoría de la gente no va contando sus intimidades por la calle -aunque a veces sí en alguna red social, cosa que da para escribir mínimo otro artículo-. Dada esta situación, tampoco es cuestión de ir preguntando a la gente que quieres conocer preguntas como ¿nos tomamos unas cervezas mientras me cuentas tu última noche de llorera? . Créeme, si quieres ligar éste no es el mejor método, aunque si te funciona, avísame, que quizá llevo tiempo haciendo el tonto. Y si tu objetivo es conocer profundamente a un amigo, mejor deja que primero te pierda el respeto como hacen los buenos amigos y luego ya si eso entráis en las charlas más profundas. Adonde quería llegar es a que hay parejas de enamorados -presuntamente- que no se conocen apenas. Sin embargo, hay simples amigos que sin saberlo un día conocen sus respectivos leitmotivs contándose los peores y mejores momentos de su vida.
Llegados a este punto, déjame acometer un acto de soberbia diciéndote la persona a la que deberías invitar a tener una de estas conversaciones íntimas. Creo que necesitas conocer a esa persona más que a ninguna otra, de verdad, hazme caso, por muy desconocido que yo te resulte. Poca gente se para a pensar en esto pero hay una persona de la cual debes comprender sus lágrimas, analizarlas, abrazarlas, quererlas y recordarlas. Y perdóname el misterio, pero esa persona...eres tú.
Conócete en profundidad, descubre tus anhelos y tus miedos, lucha por lo que de verdad quieres, enfréntate a aquello que temes y entonces...entonces quiérete como nadie. Porque tú y solo tú habrás descubierto quién eres y podrás quererte como mereces.
Vivan las lágrimas y...bienvenido a 64 colores.
D.
Conócete en profundidad, descubre tus anhelos y tus miedos, lucha por lo que de verdad quieres, enfréntate a aquello que temes y entonces...entonces quiérete como nadie. Porque tú y solo tú habrás descubierto quién eres y podrás quererte como mereces.
Vivan las lágrimas y...bienvenido a 64 colores.
D.
Me gusta mucho tu manera de escribir, la expresión del escrito, tu toque personal... me fascina. Espero que nos deleites con más textos de igual o mayor nivel, sigue así de verdad. Gracias por esto.
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