Te estoy escribiendo esta carta y todavía no sé cómo te llamas. De hecho no nos conocemos, o quizá sí, quién sabe. No sé dónde vives ni dónde trabajas o trabajarás ni tampoco dónde estudias o estudiaste, ni tan solo sé qué es de tu vida en este momento. Ni siquiera sé el color de tus ojos, de tu pelo o la forma de tu sonrisa. Ignoro también tu forma de vestir, de hablar, de andar o de pensar. Desconozco qué te gusta y qué no. Cuál es tu color favorito. Si tienes perro, gato, pez o tortuga. Si eres más de viernes noche o de sábado por la mañana. Si prefieres sofá, manta y peli o quizá tumbona, sombrero y libro. Quizá eres hija única o quizá no. Quizá te vea pronto o quizá pasen muchos años. Quizá ya te he visto o quizá tu a mí. Quizás, quizás, quizás.